jueves, 15 de octubre de 2020

Solo aquí, solo ahora, solo esto!

 Se hace un poco difícil regresar después de algunos años, leerme algunas entradas hace más de 2 años y recordarme, reconocerme ahora un tanto diferente para mi fortuna! qué manera de seguir aprendiendo cada día, cuantas vidas... hace rato desperté recordando el poema que Charles Chaplin adaptó o escribió (es lo de menos);  simplemente quise retener esta idea en mi mente-corazón y escribirlo es, sin duda una manera de contenerlo en mi interior. Chaplin sin duda en sus diferentes películas  intentó dotarnos de conciencia a través de su inocencia, las lecciones que se dan desde la tragicomedia son las que más nos hacen reflexionar y poemas como "Cuando me amé de Verdad" son regalos al corazón, invitaciones muy directas a mejorar.

Charlot, ese personaje destartalado, vagabundo solitario, poeta y soñador que siempre iba en busca de un idilio o una aventura, tenía tras de sí una mente muy lúcida: la de un hombre con las ideas muy claras sobre lo que quería transmitir. Y lo que nos ofreció en sus producciones se integra a la perfección en cada una de las palabras en este poema. De hecho, contaba en sus memorias que cada uno de los atributos que conformaban el disfraz de su personaje tenían un significado:

  • Sus pantalones eran un desafío frente a las convicciones.
  • Su sombrero y su bastón un intento por mostrarse digno.
  • Su bigotito un rasgo de pequeña vanidad.
  • Sus botas los impedimentos que cada día aparecen en el camino de las personas.

 Como por lo visto será una noche de insomnio, aquí este maravilloso poema que siempre estará vigente y que sin duda es de gran ayuda cuando por diferentes motivos se me olvida cómo mantenerme donde la vida acontece, colocar a la mente al servicio del corazón y ¡Saber Vivir!...

Solo aquí, solo ahora, solo esto!  



Cuando me amé de verdad, Charles Chaplin

Cuando me amé de verdad, comprendí que en cualquier circunstancia yo estaba en el lugar correcto y en el momento preciso. Y, entonces, pude relajarme. Hoy sé que eso tiene nombre… Autoestima.

Cuando me amé de verdad, pude percibir que mi angustia y mi sufrimiento emocional no son sino señales de que voy contra mis propias verdades. Hoy sé que eso es… Autenticidad.

Cuando me amé de verdad, dejé de desear que mi vida fuera diferente y comencé a ver que todo lo que acontece contribuye a mi crecimiento. Hoy sé que eso se llama… Madurez.

Cuando me amé de verdad, comencé a comprender por qué es ofensivo tratar de forzar una situación o a una persona solo para alcanzar aquello que deseo, aún sabiendo que no es el momento o que la persona (tal vez yo mismo) no está preparada. Hoy sé que el nombre de eso es… Respeto.

Cuando me amé de verdad, comencé a librarme de todo lo que no fuese saludable: personas y situaciones, todo y cualquier cosa que me empujara hacia abajo. Al principio, mi razón llamó egoísmo a esa actitud. Hoy sé que se llama… Amor hacia uno mismo.

Cuando me amé de verdad, dejé de preocuparme por no tener tiempo libre y desistí de hacer grandes planes, abandoné los mega-proyectos de futuro. Hoy hago lo que encuentro correcto, lo que me gusta, cuando quiero y a mi propio ritmo. Hoy sé, que eso es… Simplicidad.



Cuando me amé de verdad, desistí de querer tener siempre la razón y, con eso, erré muchas menos veces. Así descubrí la…Humildad.

Cuando me amé de verdad, desistí de quedar reviviendo el pasado y de preocuparme por el futuro. Ahora, me mantengo en el presente, que es donde la vida acontece. Hoy vivo un día a la vez. Y eso se llama… Plenitud.

Cuando me amé de verdad, comprendí que mi mente puede atormentarme y decepcionarme. Pero…, cuando yo la coloco al servicio de mi corazón, es una valiosa aliada. Y esto es… ¡Saber vivir!

No hay comentarios:

Publicar un comentario