martes, 24 de enero de 2017

Soltar no duele...

Tampoco el amor duele, lo que duele es la ausencia, la ausencia de los planes que un día vislumbramos construir.

Duelen nuestros sueños hechos pedazos pequeñitos por las decisiones de otros.

Duele creernos solos.

Duele recordar un cariño ahora ausente.

Duele mirar el espacio vacío en nuestras manos y recordar que ese espacio lo llenaba la calidez de otras.

Duele que solo sea un recuerdo.

Duele no poder vislumbrar más tu figura entre la sombra y la luz de una vela encendida.

Pero soltar no duele.

Al contrario, sana y reconforta.

Cuando lo haces el alma misma lo agradece y la libertad te abraza.
Fluir con los altibajos de la vida es una constante lección y cuando aprendes a soltar te das cuenta que mantenerte aferrado, era en realidad lo que más te había lastimado antes. 



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