lunes, 25 de agosto de 2014

Trémolo y Lúcidez

Trémolo
Atravesando por el vasto oleaje, para sentir su poder que intenso y fuerte obliga a nadar contra corriente, habrá que internarse más allá de donde el mar rompe con esas olas, sin miedo, esperando que no venga una tan intensa que nos arroje de nuevo hasta la orilla.
Y de repente sucede, era sólo esperar aquella que no atemorizara y no por su falta de fuerza, sino por su excesiva confianza y firmeza para afrontar de una vez la inmensidad del mar… Y después aquella calma, aquella vastedad, aquella maravilla, que a la vez se mantiene en un continuo movimiento el cual no cesa nunca.
Ya no se percibe ningún temor, la calma lo remplazó sabiamente, un antes y un después y el eterno ahora fundido en aquellos dos; Sólo la permanencia de lo impermanente,  sólo la exactitud con la que todo cambia, sólo la plenitud de la vida… Sólo el aquí y el ahora…  -Elizabeth Peña-

LUCIDEZ…
Un sentimiento complaciente que surge de tu presencia fundida en mi alma, de tus ojos reflejados en mis lágrimas por tu ausencia inexplicable para la lógica de los acontecimientos, de ninguna manera para lo misterioso del corazón.
Contemplándolo sabiamente, me remonto al presente que se vuelve infinito ante el contento de saber que existes.
Tu Existencia y tu presencia con la que quiero saber y sentir  lo qué es el Amor y que deseo con la plenitud y pureza de mi alma que  tú me lo muestres... ¡se vuelve mi plegaria!
Y pensándolo bien, es decir encarecidamente, como la sobriedad misma, como la lucidez manifiesta, ‘Existe Color en la Muerte’, síi! 

-Elizabeth Peña-

Nota de autor -o sea yo- : ¡Por supuesto es un sarcasmo!



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