Nunca me imaginé que me daría tanto gusto volver a esta ciudad donde conozco perfectamente los caminos, me siento acogida nuevamente por mi entorno, nuevos amigos, nuevas comienzos y nuevas experiencias - uno regresa al mismo lugar pero ya no se siente igual-.
Las personas necesitamos morirnos y volver a nacer en la misma vida varias veces para darnos cuenta de lo verdadero, de lo que realmente importa; en el sentido espiritual significa, dejar las estructuras que nos definen, las ideas caducas, los fingimientos y tratar de darle voz y voto prioritario a nuestro verdadero Anhelo. Ahora que si tienes la experiencia de la muerte física -al menos por unos momentos- eso, ¡eso sí que te posiciona!.
Por motivos que no son relevantes -en este momento-, hace algunos años tuve esa experiencia y cuando regresé a este plano físico me di cuenta de que tal vez, uno necesita morir para entender -aunque sea un poquito- la dimensión de la Vida, lo hermoso de cada instante, la maravilla de caminar, lo lindo de reír, la importancia de decir 'Te Quiero', lo grande que puede ser un abrazo dado a tiempo.
No fue hasta esta otra muerte -espiritual-, donde decidí cambiarme de ciudad de residencia, me alejé de lo que hasta entonces había sido mi vida y hacer un viaje interno donde entendí que me tenía que pasar una vez más, para darme cuenta que me faltaba Amar, Confiar y entregarme de a de veras!, que debía
aprender a ser más humilde y más agradecida, aprender a decir no y a ser más
segura, que debía de dejar de ser egoísta y recibir a manos llenas todo el
cariño y el amor que hay a mi alrededor, que tenía que darme cuenta de la
importancia de mantenerme saludable, que debía Despertar y Aprender a Vivir más sencillamente sin falsas
expectativas, aprender a Ser yo más Real.
Y de esta manera me di cuenta que:
Quizá las pequeñas muertes te devuelven la vida...
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