jueves, 4 de diciembre de 2014

Hoy, al fin!

Hoy, al fin, después de un viaje agotador, desgastante, enajenante y angustioso, he vuelto a mí, a mi territorio. Y mi casa está fresca y tranquila, guarda la sombra de un jazmín y el aliento morado de unas violetas, está un poco empolvada, tan silenciosa... pero todo sigue tal como lo dejé... Y así es, justo así: yo lo dejé. Debo reconocerlo. Yo decidí dejar todo lo mío, abandonar mi casa, mis habitaciones, mis lagunas plateadas, mi brillo, mi poder, el trono de artista de mi propia vida, mi postura tan definida, tan mía, tan cierta, ¿y para qué? Al mundo no le importaron mis renuncias, al contrario, el mundo se las comió, las engulló como un troglodita, y yo me quedé con la manos vacías, lacias, frías...


Pero hoy al fin, vuelvo a mí. Una energía apasionada burbujea ya en mis entrañas, a punto de eclosionar. Sé que el viaje no fue en vano, era necesario, porque el vagabundeo por tierras extrañas y hostiles, el perderme en abismos huraños y solos, el andar gritando en el desierto, todo eso era parte del camino, ese mismo camino que hoy me trajo hasta aquí, de nuevo a mí, lista para retomar mi reino, ¡y no soltarlo jamás!

No hay comentarios:

Publicar un comentario